Y chica 100 aceptó, fue una noche mágica e inesperada, solos tu y yo, y la música sonando de fondo, no podía parar de mirar esa sonrisa de reojo, me miras, te miro, me haces sonreir... y acabamos riendo...
Era la fase DULCE de la noche, todo parecía perfecto, teníamos complicidad, nuestras miradas encajaban perfectamente, mis manos dibujaban tus caderas y solo quería parar ese momento, retenerlo en mi mente y volver a vivirlo el resto de las noches de mi vida.
Algo dentro de mi me decía que no iba a ser tan bonito, esa chica pasando por esa fase de su vida tan dura para ella, esa fase que me recordaba a mi hace años... no terminaba de cuadrar, ella convencida de que se acabó y que quería volver a ser feliz.
Una vez ya entrada la noche en el momento cumbre donde las caricias eran cada vez más intensas, donde nuestras sonrisas encajaban a la perfección, nuestras miradas penetraban en el interior de nosotros, nuestras mejillas rozaban... las mariposas me pudieron, no podía aguantar más, quería poder tenerte para siempre para mi, no soltarte nunca, eras la mujer de mis sueños.
El momento ÁGRIO llegó, faltaban que nuestros labios encajaran y ya estaríamos en simbiosis con nuestro alrededor, cuando de repente ocurrió lo que nunca me hubiera imaginado que podía ocurrir, tus ojos se llenaron de lágrimas, mi corazón dio un vuelco y la razón me dijo que la abrazara.
Efectivamente, no podía, el recuerdo de aquel chico que la hizo mujer podía con ella, necesitaba tiempo, la chica de mis sueños... chica 100.
Agridulce.